7/10/09

-TE PUSISTE TUS TEFILIN...?




TEFILIN…!


Llegó por fin el momento, en el que el hijo iba a colaborar en un kibutz en Israel.


Una experiencia que, bien aprovechada, marcaría su amor por la Torá, la tierra de Israel y el pueblo judio.
-Papá, es poco dinero el que me das rezongó el hijo.
-No te preocupes, llevar el dinero completo es peligroso, cuando se te acabe me hablas y yo te mando más, explicó el padre; y recuerda de ponerte tus Tefilín todos los días.
-Sí papá… dijo el joven como queriendo sacárselo de encima.
Después de unas semanas en Israel, llama el hijo al padre.
-Hola papá, me pudieras depositar dinero en la tarjeta, ya casi se me acabó.
-Te has puesto los Tefilín hijo, le preguntó el papá.
-Sí, dijo secamente sin entender la relación entre una cosa y la otra, pero me depositas ¿ok? 
A los dos días llama el joven...
-Papá fui al cajero y no pude sacar dinero, ¿no depositaste?, ¿qué pasó?
-Te has puesto los Tefilín hijo, le preguntó el papá.
-Sí papá, le dijo enojado, y alzando su voz le preguntó, ¿qué tiene que ver el dinero con los Tefilín?
-Es que si te hubieras puesto los Tefilín, en la bolsita hubieras encontrado el dinero que te mandé.

Si fuéramos siempre obedientes… entenderíamos que nuestro padre nos ordena las cosas… simplemente, porque nos ama. (Por que siempre desea nuestro bien)
Las dos facetas de Hashem (justicia y amor) son importantes y complementarias.
Entender a un padre, es un aspecto fundamental para entender la relación entre el pueblo de Israel y Hashem ya que muchas veces, a raíz de nuestros deslices necesitamos condescendencia y paciencia.
Un padre que pueda entender nuestras limitaciones para darnos una nueva oportunidad. Pero está latente el peligro de lo que mencionaron los sabios: “El amor arruina la integridad”.
Tenemos un rey, quien deja de lado los sentimientos para tomar decisiones luego de hacer un juicio correcto de la situación.
Queremos que Hashem nos trate como hijos, pero necesitamos también integridad para que recibamos las cosas en su justa medida.
A veces es necesario que entendamos que para recibir nuestros pedidos, debemos “ponernos los Tefilín”, debemos poner de nuestra parte y hacer los méritos suficientes.
Amados, si uno recibe y no está maduro material y espiritualmente, esta aparente bendición no es tal.
Si un padre le da dinero a un hijo que no lo sabe cuidar, no lo está bendiciendo, sino causándole un daño.
La intención para nuestro pueblo siempre debe ser:
“HaShem cumpla los deseos de tu corazón para bien”.
No únicamente los deseos de tu corazón, sino que agregemos “para bien”.
Que Hashem complete nuestros deseos siempre y cuando nos corresponda, siempre y cuando nos beneficie.
Sólo un rey y a su vez un padre podrá encontrar el equilibrio de la verdadera bendición.

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